Me había trazado una línea a seguir dentro de la Organización:
considerar a la república recién instaurada como una entidad burguesa
que debía ser superada por el comunismo libertario, y para cuyo logro se
imponía hacer imposible su estabilización y consolidación, mediante una
acción insurreccional pendular, a cargo de la clase obrera por la
izquierda, que indefectiblemente sería contrarrestada por los embates
derechistas de los burgueses, hasta que se produjera el desplome de la
república burguesa.
Crear en la manera de ser de los militantes
anarcosindicalistas el hábito de las acciones revolucionarias, rehuyendo
la acción individual de atentados y sabotajes, cifrándolo todo en la
acción colectiva contra las estructuras del sistema capitalista, hasta
lograr superar el complejo de miedo a las fuerzas represivas, al
ejército, a la Guardia civil, a la policía, lográndolo mediante la
sistematización de las acciones insurreccionales, la puesta en práctica
de una gimnasia revolucionaria.
(…)
“El eco de los pasos”. Juan García Oliver.
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